Calefacción en Navidad: 3 claves para no encontrar tu casa helada a la vuelta (ni arruinarte al encenderla)

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Calefacción vuelta de navidad

Con la Navidad a la vuelta de la esquina, llegan también los desplazamientos. Pasar unos días en el pueblo, en casa de familiares o en una segunda residencia es casi una tradición, pero hay un detalle que muchos hogares no tienen en cuenta antes de cerrar la puerta: qué ocurre con la casa cuando se queda varios días cerrada, sin calefacción y expuesta al frío.

¿Por qué tu casa se enfría tanto cuando te vas unos días?

Durante las vacaciones de Navidad, muchas viviendas permanecen completamente cerradas y sin calefacción. Salvo en edificios con calefacción central permanente, lo habitual es que la temperatura interior baje de forma progresiva día tras día.

La escena es bastante común. Vuelves tras las fiestas, entras en casa y te recibe un ambiente helado. Las paredes están frías, el suelo parece una nevera y encender la calefacción implica varias horas de espera. Cuando la vivienda ha perdido todo el calor acumulado, el sistema tiene que trabajar más tiempo y a mayor intensidad para recuperar una temperatura confortable, lo que suele traducirse en un mayor gasto al volver.

El problema no es solo el frío exterior, sino el calor que se pierde por puertas, ventanas y cerramientos mal sellados. Cuando el calor se escapa con facilidad, la casa se enfría mucho más rápido y, al volver, hace falta más tiempo y más energía para recuperar una temperatura agradable.

La buena noticia es que con algunos ajustes sencillos antes de irte puedes evitar que tu casa se enfríe en exceso y reducir el gasto cuando regreses.

Sella puertas y ventanas antes de irte: el gesto que más se nota al volver

¿Sabías que una gran parte del calor que se desperdicia en las viviendas se va por pequeñas rendijas casi invisibles? Cuando una ventana no cierra bien, se crea una fisura por la que el aire caliente sale y el frío entra sin que apenas lo percibamos.

Antes de irte, merece la pena echar un vistazo a puertas y ventanas. Si notas que entra aire, una solución sencilla es colocar tiras aislantes adhesivas (los llamados burletes). Son baratas, se instalan en pocos minutos y ayudan mucho a que el calor no se escape mientras la casa está cerrada. Puedes encontrar varios tipos, según el tamaño de la rendija y el nivel de aislamiento que necesites:

  • Burletes de espuma: adecuados para huecos pequeños (1–4 mm). Son una solución básica y barata, aunque menos duradera.
  • Burletes de caucho: más resistentes y eficaces para rendijas de hasta 5 mm.
  • Burletes de silicona: los más duraderos y eficaces. Sellan fisuras mayores.

Dejar la casa bien sellada significa que el calor residual se conserva durante más tiempo y que, al volver, no partes desde una temperatura tan baja.

Persianas, cortinas y textiles: crea un “abrigo” térmico mientras no estás

Las persianas y las cortinas no solo aportan intimidad. Bien gestionadas durante tu ausencia, ayudan a conservar el calor interior y a que la casa no se enfríe por completo mientras estás fuera, algo clave cuando pasan varios días sin calefacción.

Antes de irte, conviene buscar el equilibrio entre aislamiento térmico y seguridad:

  • No es necesario bajar todas las persianas por completo. Dejar las persianas completamente bajadas durante varios días puede dar la sensación de que la casa está vacía. Una buena opción es bajarlas hasta la mitad, así reduces la entrada de aire frío y permites que entre algo de luz durante el día. En ventanas menos visibles desde la calle o en plantas altas, sí tiene sentido bajarlas por completo.
  • Revisa que el cajón de la persiana esté bien ajustado. Este es uno de los puntos por los que más calor se pierde en muchas viviendas, especialmente en pisos antiguos. Aunque la ventana cierre bien, si el cajón tiene rendijas o no ajusta correctamente, el aire frío entra con facilidad y enfría la estancia. Comprueba si notas corrientes de aire al pasar la mano por esa zona.
  • Coloca cortinas gruesas o térmicas si las tienes. Las cortinas no son solo un elemento decorativo, sino que también crean una cámara de aire entre la ventana y la habitación que actúa como aislamiento adicional. Por eso, dejarlas cerradas durante tus vacaciones ayuda a frenar la entrada de frío y a conservar mejor el calor acumulado en paredes y suelos.

Aprovecha el sol cuando regreses: calor gratis desde el primer momento

Al volver a casa, un gesto muy sencillo para recuperar temperatura es aprovechar el sol. Durante el día, sube persianas y abre cortinas en las estancias donde entra más luz, para que el calor natural ayude a templar la vivienda poco a poco.

Aunque el sol invernal sea suave, ayuda a calentar paredes y suelos, lo que facilita que la calefacción trabaje menos cuando la enciendas.

Antes de cerrar la puerta: revisa que la calefacción funciona correctamente. Comprueba radiadores y termostatos aunque vayas a dejarla apagada. Así evitas sorpresas desagradables al volver, justo cuando más necesitas que todo responda bien.

Menos frío al volver significa menos impacto en la factura

Preparar la casa antes de irte no es solo una cuestión de comodidad. Si la vivienda se enfría menos durante tu ausencia, necesitarás menos energía para volver a calentarla a tu vuelta. Eso se traduce en menos horas de calefacción funcionando al máximo y en un consumo más moderado los primeros días tras la vuelta.

Aun así, el gasto final no depende solo del aislamiento o de la calefacción, sino también de cómo tienes contratada la luz o el gas. En periodos como la Navidad, cuando el consumo cambia, conviene revisar que tu contrato se adapta bien a tus hábitos reales.

¿Crees que estás pagando de más en tu factura?

Te ayudamos a comprobar, gratis, si en tu última factura o revisión de contrato te han incluido alguna cláusula o concepto extra.

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